Cordones arcoíris contra la LGTBIfobia en el deporte

Hoy, 19 de febrero, se celebra el Día Internacional contra la LGTBIfobia en el Deporte y nos gustaría contaros un poco más sobre la historia de nuestro club.

Cada equipo tiene su seña de identidad: el escudo, la bandera, el campo, la equipación, sus colores… y en Titanes, obviamente, no íbamos a ser menos. Además de contar con nuestra equipación reglamentaria, cuando jugamos siempre nos verás lucir nuestros cordones arcoíris, que, además de ser una reivindicación en el campo, se han convertido en una tradición dentro del equipo. Cada vez que un jugador debuta con Titanes, el club tiene este «pequeño detalle» para que luzca con orgullo sus cordones en los próximos partidos.  Estos cordones se han convertido, así, en un símbolo de identidad, de lucha y  de compromiso. 

En fechas como hoy, nos gusta recordar estos pequeños detalles que solemos tener en el campo. Como bien sabéis, Madrid Titanes CR es un equipo de rugby gay inclusivo, y aunque es cierto que no hemos tenido nunca ningún problema, por desgracia hay otros muchos  deportes en los que no ocurre lo mismo. El miedo al rechazo, a ser el blanco de burlas e, incluso, a ser objeto de sanciones o expulsiones hace que muchos jugadores gays, lesbianas o trans no se atrevan a decir abiertamente quiénes son. En el siglo XXI se trata de algo sencillamente intolerable.

Si trasladamos esta situación al campo de juego, nuestros cordones arcoíris nos hacen recordar estos valores en cada placaje, en cada melé, en cada touch. No nos escondemos, luchamos y hacemos frente al odio. Bien es cierto que el rugby es un deporte de valores y respeto absoluta ante el rival. Pero otros deportes viven con el estigma constante de gritos, burlas y vejaciones, dentro y fuera del campo. Escuchar gritar a alguien en la grada cosas como «maricón» o «pareces una chica” está, desgraciadamente, a la orden del día. Son esas pequeñas cosas las que hacen que en, muchas ocasiones, las gradas sean las que generen ese clima  de tensión y hostilidad, incluso entre los propios jugadores.

Parece que, en el ámbito deportivo, continúa estando socialmente aceptado llamar a alguien maricón o bollera. Hasta tal punto que son muchas las personas que solo demuestran este tipo de comportamiento cuando van a un estadio a ver un partido. Si realmente queremos acabar con este estigma, tenemos que poner fin a esta aceptación, a esta “norma social”.

Porque este tipo de comportamientos tiene consecuencias: generan sufrimiento, indefensión y miedo entre los jugadores; hacen que sean muchas las personas LGTBI las que se alejen de la práctica deportiva; y porque crean una sensación de inseguridad en el campo de juego. No resulta aceptable increpar a nadie por su orientación sexual ni por quién es. Ni en un campo de fútbol, ni en una cancha de baloncesto, ni en ningún sitio.

Es un comportamiento que no se puede perpetuar. Entre todos debemos luchar para conseguir una #GradaSinOdio.